Vuelta a los básicos

people walking on sidewalk near red and brown building during daytime

Nos metemos en la recta final. Termina un periodo para mí. Este año me he quedado finalista del Premio Amazon 2020 y, aunque no pude llevarme el primer puesto, estoy muy contento por lo conseguido con El misterio de la familia Fonseca. Más de 7000 copias durante los meses de concurso ha sido el auténtico regalo. Estos días trabajo sin cese en el lanzamiento de la última entrega de Caballero, Los Cuatro Sellos. Aprovechando la nueva llegada y que el primer pack estará disponible en Prime a partir del 1 de diciembre, hace unos días lancé otro pack con las últimas tres novelas de Caballero. Es un buen momento para ponerse al día.
Las noches cada vez son más cortas y los paseos por la ciudad me ayudan a descubrir bares a los que no había entrado. Tomar algo en ellos, evadirme por un rato, me ayuda a desconectar y a sentir que el tiempo se detiene. Las vidas anónimas de otros, de alguna manera, complementan la mía.
Hay proyectos por delante. Algunos que no han tomado forma todavía y otros que ya pululan en mi cabeza. Las letras me ayudan a darle sentido a las mañanas.
Estos días respondo correos lo más rápido que puedo, disfruto de los atardeceres despejados de la ciudad, tomo ligera distancia en las redes sociales y pongo un poco en perspectiva todo lo logrado en los últimos años. Es muy fácil perderse, mirando a los otros, sobre todo en este momento de corazones y me gusta, olvidando cómo hemos llegado hasta aquí. Es el momento de regresar a los básicos, los que nunca se fueron, y tirar del cable: la página de Word en blanco, varios clásicos en el Kindle, algo de Davis, una buena conversación, una hogaza de pan, un chato de vino y un poco de fuet y queso sobre la mesa. Si queremos, la vida es maravillosa.