No esperaba un verano tranquilo y no lo está siendo. Un manuscrito en corrección, media botella de Rueda y un buen libro por terminar. Escribo lo que puedo, como, donde y cuando la vida me lo permite, y no es fácil, sobre todo, sin calma ni rutina, pero no me fustigo por ello. Uno sabe a lo que se enfrenta cuando viaja a ciertos lugares. Y también a lo que nos espera a la vuelta del verano. No obstante, he tenido la suerte de acercarme al mar.
El calor cesa lo justo, la humedad persiste y hoy se siente una basca horrible en el ambiente. Pronto los medios hablarán de la vuelta literaria con reportajes pagados, yo estaré de nuevo en la ciudad y el ruido de las avenidas será el hilo musical de las mañanas. Entonces, sólo entonces, supongo que echaré de menos esto de algún modo. Hay muchos proyectos por delante y un déficit importante de concentración durante estos días. Nos queda aguantar, seguir remando, con estoicismo, con vino y con buenos libros.